domingo, 27 de febrero de 2011

Sileno en el arte

La mitología griega y romana han sido un tema recurrente en la historia del arte europeo. Sin el conocimiento de estos mitos es imposible valorar, en toda su plenitud, esas obras artísticas. A modo de ejemplo podemos elegir una obra pictórica realizada por el pintor español del siglo XVII José de Ribera, quien nos ofrece una visión personal de nuestro personaje mitológico.


Este Sileno ebrio es una de las obras más importantes realizadas por este artista levantino. Está firmado y fechado en 1626, apareciendo la inscripción en un cartel que sostiene en su boca una serpiente, en la zona inferior izquierda. La serpiente tiene diferentes significados y probablemente haga alusión a la sabiduría relacionada con Sileno que poseía el don de la profecía. En el cuadro aparece Sileno con sus atributos: la concha que anunció su muerte, la tortuga que simboliza la pereza y el bastón de pastor y, además, está representado como un hombre viejo, grueso y alegre, mezclando en su personalidad la vulgaridad y la sabiduría. Posiblemente el maestro valenciano representó la fiesta, que según la mitología griega, se celebraba cada tres años para coronar a Baco, en la que participaban las ninfas, los sátiros, Pan y el propio Sileno. Cuenta la mitología que uno de los sátiros, llamado Priapo, intentó seducir a una ninfa llamada Lotis mientras todos dormían. El asno de Sileno empezó a rebuznar en el momento de la seducción por lo que se descubrió el engaño. Ribera coloca a Sileno tumbado en el centro de la composición mientras que el burro rebuznando aparece al fondo y un pequeño sátiro ríe a carcajadas. El naturalismo se convierte en la característica principal de la composición, alejándose de idealizaciones para tratar al dios y a su corte de bebedores. Ribera trata el mundo mitológico con ironía, de la misma manera que hará Velázquez unos años después[1].
            Para esbozar lo que el personaje de Sileno ha significado en la Historia del Arte podemos seleccionar algunas obras que lo representan y que pertenecen a épocas muy diferentes y a muy distintas manifestaciones artísticas.

Cabeza de Sileno.Museo de Úbeda, Jaén.




copia romana. Siglo II. Sileno con Dionisos niño.

Sileno, Jardines del Luxemburgo, París. Senado Francés.



[1] http://www.artehistoria.jcyl.es/obrmaestras/obras/10760.htm

sábado, 26 de febrero de 2011

Sileno, un viejo verde y borracho de la mitología griega.


Pie de foto.Máscara de Sátiro. Museo Capitolino


Sileno
            Sileno es el nombre genérico que en la mitología se da a los sátiros[1] que llegan a la vejez. Pero también recibe este nombre el sátiro que educó a Dionisos, el dios del vino. Poseía una amplia sabiduría pero no la revelaba a los humanos si no era por la fuerza. Era muy feo, con nariz chata, mirada de toro y amplia barriga, representado sobre un asno en el que a duras penas se sostenía ya que casi siempre estaba borracho. Esta es la razón por la que se le emplea para ilustrar el aspecto animal de los hombres cuando se embriagan[2].
            En una ocasión, por culpa de la embriaguez, se apartó del cortejo de Dionisio. Unos campesinos le encadenaron y le llevaron ante el rey Midas. Este rey, que había sido instruido en los misterios de Dionisos, lo reconoció y se ofreció a ayudarlo a reunirse con el séquito del dios. Cuando dieron con él, Dionisio agradecido concedió un deseo a Midas. Este pidió que todo cuanto tocase se transformase en oro. Pasado algún tiempo, cuando el rey se dio cuenta que ni siquiera podía comer, pidió que se le retirase el don[3].
            Sileno ha sido representado en el arte en numerosas ocasiones. Y su nombre ha sido adoptado por algún amante del divino jugo de las viñas de Montilla[4]. Sin embargo a este amante del fino yo lo identifico más con un goliardo que con Sileno.



Pie de foto: Sileno de Pedro Pablo Rubens.
            En palabras del propio Rubens "la borrachera entumece los miembros y el espíritu, según nos cuenta la antigua fábula de Sileno; hace desaparecer el dinero, incita a las ciegas pasiones de Venus y Marte y provoca una muerte prematura".La figura de Sileno ocupa el centro de la composición, acompañado de un amplio cortejo en el que observamos a una anciana con un jarro de vino, varios sátiros, una mujer que dirige su mirada al espectador, un niño con dos cabras y una mujer que amamanta a dos bebés al mismo tiempo, en una postura tremendamente forzada. El dinamismo de la escena es el característico de la pintura del maestro flamenco, ocupando las figuras el primer plano como si de un relieve romano se tratara. La influencia de la escuela veneciana se manifiesta en el interés hacia la luz y el color exhibido por el pintor flamenco. El mensaje de Rubens se dirige hacia el reconocimiento de la predisposición hacia las debilidades como algo humano, que difícilmente se puede dominar en su totalidad, mensaje representado con burlona simpatía[5].


[1] Los sátiros en la mitología griega se les encontraban en montañas y bosques donde  acompañaban a Dionisos en su cortejo. Se representaban mitad hombres, mitad cabras y con cola de caballo. Poseían un desmedido apetito sexual. Los sátiros viejos eran llamados silenos.

viernes, 25 de febrero de 2011

Los goliardos: profesores y estudiantes de la Edad Media amantes de las tabernas.





            Como señala L. Antonio de Villena[1], al que seguimos en estas anotaciones, nada ataca tanto a la cultura como la erudición muerta, entendida como tal la acumulación de datos, gráficos, paradigmas o teorías sin más. Y esto es así porque la cultura no es sino una manifestación espléndida de la vida. El mundo de los goliardos está íntimamente unido a ese concepto de cultura como algo vivo.

            Los goliardos aparecen en el siglo XII, época en las que renacen las ciudades y aparecen en ellas las Universidades. Los estudiantes de esta época se identifican con los clérigos. Clérigo (clericus) es el hombre de letras, el estudiante, el intelectual. En este sentido, el clérigo se oponía, en la estructura social de la época, al hombre de armas, al caballero. Generalmente, aunque no necesariamente, el clérigo era también eclesiástico.
            En ésta época, los estudiantes (scholaris), los clérigos, irán de ciudad en ciudad en busca de maestros afamados, en busca de conocimientos, creándose de esta manera una peculiar vida “estudiantesca” en caminos y ciudades.       
            Los goliardos eran estudiantes, amigos de los libros, pero que no desdeñaban el juego, el amor libre, sin ataduras, y la bebida. Los goliardos eran a la vez hombres de letras y hombres de la vida. Hablaban y leían en latín y llenaban las ciudades con sus disputas, sus aventuras, sus amoríos y sus juegos. En este ambiente surgió la poesía goliárdica.
            El significado de goliardo no se sabe con exactitud. Unos creen que el nombre tiene que ver con “gula” y serviría para designar al hombre amante de los placeres de la mesa y, por extensión, de los de la carne. El goliardo sería pues un libertino, el que se entrega alegremente a los placeres más elementales de la vida. Para otros, goliardo tendría que ver con el gigante bíblico Goliat, símbolo de la soberbia y del orgullo.
            El goliardo, estudiante y sobre todo docente, está fuera de la iglesia oficial, a la que critica duramente, y fuera de las rígidas estructuras de los gremios, de la nobleza, del mundo caballeresco. Elogian la inmediatez del momento como se pone de manifiesto en los versos que siguen:
                       
                        Dejemos los estudios,
                        es dulce la desidia,
            y gocemos los placeres , de la juventud tierna;
                        que es propio de la vejez,
                        entender en cosas serias.

                        Veloz pasa el tiempo
                        Consagrado al estudio.
                        Voluptuosidad sugiere
                        La juventud tierna….


            El goliardo no aspira a la riqueza ni al poder. No ama la reglamentación ni defiende elevadas ideas. Frente a la rígida sociedad estamental opone la vida de aventura, la alegría del juego y del vino. Alaban el sexo sin ninguna clase de idealismo, sus amadas con frecuencia son rameras o mozas de camino. Son rebeldes, vitalistas pero nunca idealistas. Tratan de vivir la vida plenamente, sin estar sujetos a ningún tipo de moral, pero no creen que el mañana vaya a ser mejor que el presente o el pasado. El goliardo no es un ideólogo, es simplemente un vividor. Critica y se burla del obispo pero si necesita dinero para seguir con su alegre vida, no duda en escribir un panegírico en su honor a cambio de unas monedas.

            El goliardo tiene la soberbia del intelectual y, en este sentido, desdeña al campesinado, al que identifica con rudeza e incultura. En palabras de Luis A. de Villena, no se trata de ninguna cuestión social, sino de una extremada defensa de los valores del intelecto, en un mundo que los desconoce o los desdeña. En este mismo sentido, el goliardo niega relevancia a la nobleza de sangre. Para el goliardo la verdadera nobleza no la otorga el nacimiento, sino la virtud, el espíritu, la inteligencia.

            En definitiva, los goliardos eran estudiantes y profesores que con frecuencia tenían las órdenes menores lo que le permitía tener determinados beneficios. Iban de una ciudad a otra buscando a los mejores maestros al mismo tiempo que se entregaban a una vida alegre que consistía fundamentalmente en visitar con asiduidad las tabernas y burdeles, donde se entregaban al juego, a la bebida y al sexo con prostitutas. No desdeñaban vivir de la limosna y buscaban mecenas a cambio de versos y trabajos ocasionales.
               
            El goliardismo es, pues, un movimiento vital y cultural en el que participaron –de distinto modo- numerosos estudiantes y profesores de la Europa centrooccidental principalmente durante el siglo XII.

            Paulatinamente el goliardismo fue degenerando y se fue alejando del mundo de la cultura de forma que, cuando en el siglo XIII, fue condenado y prohibido por autoridades y concilios, los goliardos eran ya simplemente malos estudiantes juerguistas.

            En su nacimiento, el goliardismo es un fenómeno esencialmente francés que surge entre los estudiantes de las ciudades escolares del Norte y, especialmente, en París. Desde allí pasó muy pronto a las escuelas inglesas del sur, Oxford y Cambridge, y a las ciudades alemanas del Oeste, especialmente Colonia. De Alemania pasó a Italia, principalmente a Bolonia y Pavia. Y, desde Francia, pasaría también a España, alcanzando sobre todo a las escuelas monacales de Cataluña, a Santiago de Compostela y a Toledo. Pero tanto España como Italia fueron receptoras del movimiento, nunca creadoras.

            Hay quien opina que el tuno,  que hoy en día sigue trocando cantos por vino y comiendo la sopa boba, es un personaje heredado de aquel movimiento[2].


Los poemas goliardos
           
            La poesía goliárdica es anónima. Se hacía para la comunidad de los escolares que la entonaría y recitaría en tabernas, aulas, plazas y caminos. La temática era la primavera, el amor y la taberna. El tono desenfadado de sus letras es una manifestación del espíritu del goliardo, de su deseo de atrapar el momento y no pensar nada más que en seguir andando el camino alegremente.

            En opinión de Martín de Riquer y José María Valverde los goliardos a menudo procedían de las clases altas, eran clérigos que estaban familiarizados con los textos bíblicos y las fórmulas del culto y la liturgia, que conocían a la perfección las fuentes clásicas y dominaban hasta el virtuosismo el latín, la lengua vehicular de la ‘cultura con mayúsculas en la época. Utilizaron sus conocimientos para vapulear la sociedad que les rodeaba y hacer chanzas de los himnos litúrgicos[3].

            Los poemas goliardescos más célebres son los conocidos como Carmina Burana. El término procede del latín cármĕn carminis, ‘canto’ o ‘cántico’ y burana es el adjetivo gentilicio que indica la procedencia: de Benedikbeuern. El significado del nombre es, por tanto, ‘Canciones de Beuern’. Carmina Burana significa literalmente "Cantos de Beuren".

            El original es una colección de cantos de los siglos XII y XIII, que se han conservado en un único códice encontrado en 1803 por Johann Christoph von Aretin en la abadía de Bura Sancti Benedicti (Benediktbeuern), en Baviera; en el transcurso de la secularización llegaron a la Biblioteca Estatal de Baviera en Múnich, donde se conservan en la actualidad.
       
        El códice recoge un total de 300 rimas, escritas en su mayoría en latín y algunas partes en un dialecto alemán antiguo y con francés también antiguo. En estos poemas se exalta la naturaleza, el gozo por vivir y el interés por los placeres terrenales, por el amor carnal. Se satiriza y se critica todas las clases de la sociedad en general, especialmente a las personas que ostentaban el poder y sobre todo al clero. Las composiciones más características son las Kontrafakturen que imitan con su ritmo las letanías del Antiguo Evangelio para satirizar la decadencia de la curia romana o para construir elogios al amor, al juego o, sobre todo, al vino.

            Carmina Burana es el nombre con el que Johann Andreas Schmeller publicó en 1847 la primera edición del manuscrito de la obra.

             En 1937 el conocido compositor alemán Carl Orff (1895-1982) puso música a estos poemas, en su famoso oratorio-mimo Carmina Burana, en el que combina la poesía profana del siglo XIII con una música intensa y deliberadamente sencilla para gran orquesta y coro, estructurada con ritmos enérgicos y vibrantes y ricas sonoridades. El estreno de esta obra se produjo en Frankfurt en 1937. [4]



Poemas de taberna 

            Aunque la temática de la poesía goliárdica era la primavera, el amor y la taberna, nosotros nos vamos a centrar en los que tratan sólo este último tema.

            Las canciones báquicas y los laudes al vino tienen una tradición muy antigua en la historia de la literatura que, sin duda, los goliardos conocían. No obstante, la poesía báquica goliárdica más que cantos al vino es una alabanza a la taberna. En ellos se describen y se elogian estos lugares que los estudiantes y profesores andariegos conocían muy bien.
            La taberna en la Edad Media era un lugar de mala reputación donde los goliardos mezclados con la gente del pueblo, incluidas las rameras, se reunían para divertirse comiendo, bebiendo (vino generalmente), cantando y jugando a los dados.  Todo este ambiente de bebedores, mujeres alegres y jugadores es el que relatan las canciones goliárdicas. En palabras de L. A. de Villena, el mundo del contrapeso intelectual del estudiante y también uno de los signos más claros de su rebeldía[5].
            Los cantos tabernarios de los goliardos son, quizá, los más transgresores de toda su poesía. En ellos se alaba todo lo vital no aceptado en la época: el juego, la bebida, la gula, el sexo y todo en un lugar de mala reputación. Y por si esto fuera poco, en las canciones báquicas goliárdicas se parodian los himnos litúrgicos y marianos. Alabanza y solfa. Alabanza para la vida que la sociedad anatematiza (el placer como aspiración máxima de la vida) y la segunda para lo respetable[6].
            El poema más conocido es, sin duda, In taberna quando sumus. En él se hace una jubilosa descripción de lo que jugadores y bebedores hacen en la taberna hasta agotar el dinero y de cómo siempre encuentran un pretexto para beber una vez más.

Cuando en la taberna estamos
no nos cuidamos de la tumba,
sino que nos lanzamos al juego
y nos afanamos en él.
Qué se haga en la taberna,
donde la moneda es copero,
tema es digno de averiguar:
. escuchad ahora lo que digo.

Unos juegan, otros beben,
otros viven sin decencia.
,                                   los que atienden al juego,
hay quien acaba desnudo,
otros se visten allí
y otros de saco se cubren.
Nadie teme allí la muerte
Y echan sus suertes por Baco.

Primero por quien paga el vino:
de esta ronda los libres beben.
Una vez beben por los cautivos,
Luego tres veces por los vivos,
Cuatro por todos los cristianos,
cinco por los fieles difuntos,
seis por las tabernas ligeras,
siete por los caballeros errantes,

ocho por los hermanos extraviados,
nueve por los monjes vagabundos,
diez por los navegantes,
once por los pendencieros,
doce por los penitentes,
trece por los peregrinos.
Sea por el papa o por el rey,
todos beben sin medida.

Bebe el dueño, bebe la dueña,
bebe el caballero y el clérigo,
bebe él y bebe ella,
bebe el siervo con la criada,
bebe el rápido, bebe el perezoso,

bebe el blanco, bebe el negro,
bebe el constante y el voluble,
bebe el rústico, bebe el sabio,

bebe el pobre y el enfermo,
bebe el desterrado y el ignoto,
bebe el niño, bebe el viejo,
bebe el prelado y el decano,
bebe la hermana y el hermano,
bebe la vieja y la madre,
bebe ésta y bebe aquél,
beben cientos, beben mil.

Poco seiscientas monedas
Duran, cuando sin medida
ni límite todos beben,
aunque beban alegremente.
Todo el mundo nos despoja:
en la miseria acabaremos.
Malditos quienes nos despojan
no se cuenten entre los justos.
                                  
                                             (trad. Luis Alberto de Cuenca)




Otro poema báquico es el denominado Potatores Exquisiti que es como sigue: 



            Bebedores excelentes,
            aunque sin sed seáis
                        y bebáis sin cuidado,
                        olvidados de los cuencos,
                        que den vueltas los cuencos
                          sin dormirse.
                        Y que prosiga las chácharas graciosas.


                        Lo que no podáis beber,
                        Idos lejos de estas fiestas,
                        Que éste no es lugar de tímidos
                        ………………………………………………..

                        Entre alegres no viene a cuento
                        la seria modestia,
                        que es el testigo mejor
                        de la maldad.

                        Si por casualidad hay alguno
                        Al que no le guste el vino fuerte,
                        que se le muestre la puerta
                        y salga de esta cofradía;
                        si se queda será peor para nosotros
                        que la muerte,
                        y si se va que la muerte
                        esté a su lado.

                        Si por alguna apuesta
                        Te has dado a este juego
                        bebe hasta que no puedas estar de pie,
                        ni decir palabra con sentido,
                        y ello te ayudará
                        ampliamente
                        el vaciar siempre el vaso
                        hasta el fondo.

                        Que la diosa no se una al dios,
                        El dios riñe a la diosa,
                        que el que Liber se llama,
                        se gloria en la libertad,
                        al juntarse con ella su virtud
                        se anula
                        y se debilita el vino
                        con la copula.

                        Como es reina en la mar
                        puede ser llamada diosa
                        pero no es tan digna de él
                        para que besarle pueda.
                        Nunca Baco quiso ser
                        Aguado,
                        Ni Liber consintió ser
                        Bautizado.


[1] DE VILLENA, L. A. de., Dados, amor y clérigos. El mundo de los goliardos en la Edad Media europea, 2010.
[2] Koldomusica. blog del Departamento de Música del IES Fray Pedro de Urbina.
[3]  ibidem.

[4] http://www.epdlp.com/
[5] Villena, L.A. de, op.cit, p. 131.
[6] Ibídem, ibídem.